Cuando no puedas más, vacía tu mente para llenarla de nuevo,
empieza de cero, crea, libérate.
Nuestra profesora de educación nos comentaba que todos
los niños son creativos pero con el tiempo son sometidos a normas, estándares,
disciplina… por lo que gran parte de esa creatividad se ve atenuada, llamémoslo
informalmente “encarcelada”, aunque se puede volver a potenciar.
Mi mensaje es que yo creo que todos tenemos un niño dentro.
Ese niño vive cohibido por la cantidad de responsabilidades y reglas que ha de
seguir y llevar a cabo, pero cuando ese niño se desata y aflora con ilusión la
vida gana muchísimas tonalidades de color, los lunes parecen más agradables por
“poder ver a tus amiguitos” y recibir un buenos días acompañado de una cálida sonrisa
es el motorcillo sustituto del café para que todo marche bien durante el día.
Cuando el niño interior se libera, la imaginación puede llegarse a desbordar,
inventas mundos, la felicidad se adhiere a tu expresión, vivir tiene más
sentido que nunca. Cuando te das un respiro al volver de trabajar, de
estudiar o de cumplir con compromisos, muchos de los cuales ni entiendes cómo
has llegado a aceptarlos en tu vida, es cuando todo vale la pena, cuando
recuperas fuerzas para seguir adelante, cuando parece que tus metas están más
cerca de lo que crees.
Soñar no es cosa de niños. Soñar es casi un desafío para los
tiempos en los que vivimos. Pero atrévete a soñar, sal de tu zona de confort,
descubre y descúbrete, confía en tus posibilidades, busca estrategias, aprende
y sobretodo disfruta y dale un empujoncito a esas tonterías que se te pasan por
la cabeza, porque esas son las que muchas veces te llevarán a conocer a
personas fantásticas y vivir experiencias que pueden llegar a superar la
ficción.
¡Ah! Y querido lector… nunca dejes de creer en la
magia, ésta habita en cada pequeño detalle del día a día, sólo hace falta
despertar del modo automático y curiosear un poquito.
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