martes, 3 de diciembre de 2019

El dolor de la princesa


Ella salió de la burbuja negra. Sentía que se ahogaba en ella. Pero no huyó de ese lugar como había llegado. Al principio la burbuja parecía un sitio confortable, agradable y cálido. No supo qué le pasó para acabar asemejando las tinieblas.  Ella entró siendo una señorita, dulce, trabajadora y amable y salió siendo una especie de medusa, un ser rencoroso lleno de dolor, gritando y transformando todo a su paso. Lo que a su alrededor había sido un palacio espléndido, lleno de luz y color, a su paso se convertía en escombros y lúgubre, los cuadros se deshacían mostrando imágenes siniestras. Ella compartía ese dolor con su entorno y éste empatizaba con ella  mimetizándose con ese sentimiento. Las cortinas se cerraron para permitir oscuridad, los platos volaban haciéndose añicos, las plantas y flores se marchitaron. Ella ubicó el salón como su lugar para llorar, en la alfombra semideshilachada y delante de la apagada chimenea.
Una rosa blanca que la contemplaba desde la ventana sintió mucha pena y decidió teñirse de rojo para dar color a esa oscuridad. 
Pasaron los meses y la princesa se estabilizó pero seguía sintiendo esa profunda tristeza. Un día que deambulaba por el pasillo cual fantasma, se percató de la existencia de la rosa roja. Si primer instinto fue arrancarla. Abrió la ventana para cogerla y al hacerlo, se clavó algunas espinas. La sangre empezó a brotar de su mano pero siguió agarrando la rosa. Quería darle un tirón, de verdad lo quería pero algo dentro de ella se lo impedía. Finalmente, la rosa le habló. "¿Por qué no me arrancas?" "Es que no puedo hacerlo", respondió la princesa. "¿Qué te lo impide?". "Tu color. Antes de que mi pelo se tornara del color de la noche, era de un intenso carmesí". La rosa deshizo su tinte para volver a su original color blanco."¿Y ahora?". "Sigo sin poder", contestó la princesa. "¿Por qué?", preguntó la flor. "Porque me recuerda a mi infancia jugando en la nieve". La rosa, asumiendo que no sería exiliada de su posición, pidió a la princesa que la soltase. La chica, al ver la situación, asintió y cerró la ventana dirigiéndose al pasillo. A lo largo de su trayecto, fue dejando gotitas rojas en el suelo de su sangre. De cada gota, salió un pequeño tallo de lo que sería una rosa roja, de manera que, a las pocas semanas, el palacio se llenaría de flores rojas por todas partes dando color al lugar.