lunes, 7 de octubre de 2019

El conde Bray ordenó que detuviesen el carruaje. Había mucho escándalo en la plaza del pueblo, eso era sinónimo de algún acontecimiento importante. Bray bajó del vehículo. Su chófer le echó una mirada sacudiendo la cabeza queriendo indicar que su señor no tenía remedio. Ambos sabían lo que ocurría. Bray se acercó al barullo y se abrió paso entre el gentío para ver de cerca la persona protagonista del momento. Efectivamente era justo lo que creía, Erine, esa mujer campesina que vestía de hombre caracterizada por su pelo corto y castaño y que solía ir a voces por la calle, trataba de nuevo de hacerlo caer. La iglesia anhelaba con todas sus fuerzas mandarla a la hoguera, algunos nobles querían echarla del pueblo, pero Bray siempre se negaba. Todos lo tomaban por loco. Ella lo quería destruir y él siempre escuchaba sus discursos sonriendo. "Supongo que debe de ser ese maleficio que llaman amor", se justificaba.