Es ese día que no pasa gran cosa pero que por un instante te
sientas, desayunas tu café con leche (sin lactosa) y meditas. Respiras,
suspiras y piensas en ti, en tu alrededor y tus problemas. Y empiezas a mover
hilos. Miras tu vida, representémosla como un tapiz que está siendo construido
y ves dónde te atascaste. No entiendo demasiado sobre la producción de
textiles, pero diría que cuando ocurre uno (o varios) enredo/s, has de coger
una especie de peine o algo así y desenredar, lo arreglas, lo pones en orden y
sigues tejiendo. Tu tapiz sigue avanzando y te sientes orgullose de haber
conseguido superar ese enredo que te ha dado problemas, y, poco a poco, tejes con
calma de nuevo.
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