Tras la última sesión con Soraya, Jaren rebosaba seguridad. “A la mierda la normalidad” se decía sonriendo. No tenía claro si era un “fake it until you make it” o si lo sentía realmente así, pero se aferró a ese valor con todo su ser. Iba de camino a la tienda repitiéndose “quizás es un don, ¿y si es un don? ¡Menuda fantasía! Quizás soy el próximo” la decepción bajó el telón de la película.
-¡No me jodas!- exclamó en voz alta.
La tienda estaba cerrada.
-¿Qué te pasa?- le interrogó una voz conocida tras él.
Al girarse descubrió a Denisa, su compañera de instituto. Jaren se quedó en blanco. Denisa no era muy propensa a seguir las convicciones sociales, así que actuó con naturalidad frente a lo no reacción de él.
-¿Venías a la tienda a por algo? A mí también me ha pasado. Quería comprar la guitarra de segunda mano que vi el otro día-.
A Jaren le dio un vuelco el corazón y rememoró la escena en el bar. ¿En serio su compañera quería comprar esa historia? Y lo decía con toda la naturalidad. Probablemente ella no lo supiera. Quizás no tuviera el don… ¿o sí?
-La historia que hay detrás es preciosa- atinó a responder.
-¿Ah sí? ¿Porque tú vienes mucho a la tienda? Yo siempre que paso la veo vacía. Yo no sé quién trabaja pero a esa persona un día la robaran…
-¡Eso pensé yo!- rió Jaren. Al chico le vino el pensamiento de que ninguno de los dos era una persona especialmente sociable. Quizás era una buena oportunidad para entablar amistad.- ¿Te apetece dar una vuelta y te cuento?
-Vale- respondió ella inexpresiva. Eso chocó un poco a Jaren, pero no quiso darle inportancia.
Empezaron a caminar sin rumbo y Jaren le habló del vendedor y, tras eso, inició una larga conversación sobre las historias tras las cosas, todas, como si hubiesen salido de la boca del hombre del mostrador.
Denisa le explicó su actividad habitual con el hombre de las botellas de vidrio y Jaren sintió un atisbo de excitación. Quiso preguntarte si él podría acompañarle un día pero le entraron las dudas y retiró ese deseo.
La chica le propuso de ir a tomar algo y acabaron en una cafetería cuqui llamada Lunas, con decoración así modernilla con plantas y decorados.
Allí Denisa sacó una libreta y anotó algo. Jaren la miró curioso.
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