Denisa se percató de la curiosidad del chico y le explicó.
-Es un cuaderno en el que anoto cosas. Pensamientos, mini-cuentos… lo que se me pasa por la cabeza- dijo con indiferencia.
-¿Y podría yo leerlo?- respondió Jaren de forma impulsiva. Ella quedó un momento en silencio. El chico se arrepintió al instante.
-Si te interesa, supongo que no hay problema. Te lo puedo dejar alguna vez. Sólo prométeme que no lo compartirás con nadie. Es algo privado.- Denisa sonaba convencida independientemente de lo que sintiese. Jaren pensó que era muy valiente por su parte y que él probablemente no lo hubiese hecho. Finalmente ella añadió:
-Oye, hagamos una cosa, te lo presto estos días y me lo devuelves en el insti pero con una nueva aportación. Es decir, es una transacción, yo te lo dejo a cambio de que tú también escribas algo- propuso ella con algo de brillo en la mirada.
A Jaren le invadió el pánico. Pero dijo que sí con la cabeza y cara de horror. Denisa sonrió.
“¿Y yo qué escribo ahora?”, reflexionó el chico.
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