Cuando Jaren abrió los ojos, vio a una pelirroja delante de él observándolo.
-Ay la triste historia del duque. Es melancólica, ¿no te parece?- dijo ella sin ninguna introducción previa, señalando la pluma que él sostenía en la mano.
Jaren dio un paso atrás, ya que ella estaba muy cerca.
-¿Quién eres?- respondió él.
-Soy Pandora, como la de la caja- rió ella- ¿Conoces el mito?
-Claro que sí- refunfuñó él- Es la de la caja de la que salen todos los males-.
-Pues qué triste que la recuerdes por eso…- contestó ella- déjame que te cuente la historia al completo.
Zeus, enfadado con Prometeo, decidió vengarse del robo del fuego mediante Epimeteo, el hermano de Prometeo. A Epimeteo le cayó un regalo del cielo: una mujer llamada Pandora que había recibido la gracia de todos los dioses. Sin embargo, junto a Pandora le dieron una caja con la instrucción de que no debían abrirla bajo ningún concepto. La llave la tenía Epimeteo, pero Pandora logró hacerse con ella y satisfizo su curiosidad de abrir la caja. Al hacerlo liberó todas las desgracias del mundo; guerras, hambre, enfermedades… Pandora la cerró de golpe, y al volverla a abrir para confesar a su esposo lo sucedido, lo último que salió de esa caja que aparentemente estaba vacía, fue un insecto llamado Esperanza.”
Y es por eso que a la caja de Pandora, también se la puede llamar la caja de la esperanza, Jaren-.
El chico dio un respingo. Él no se había presentado. Y de hecho, ella había obviado que él había visto la historia del duque mediante la pluma.
-¿Pero quién eres…?- alcanzó a decir con cara de profunda preocupación.
-Soy Pandora- volvió a responder ella.
Jaren suspiró mientras pensaba “esto no va a ser fácil”.
-¿Qué haces aquí, Pandora? ¿Eres capaz de ver las historias de los objetos?-.
-Claro que puedo ver las historias. Y he venido precisamente para eso-.
-¿Y cómo sabes mi nombre?- dijo él intranquilo. La chica era un misterio que no estaba consiguiendo desentrañar.
-Mi tío. Es el dueño de la tienda. Me dijo que los fines de semana un chico llamado Jaren era el que atendía, y puesto que eres el único chico aquí, he supuesto que debías de ser tú- respondió ella sonriendo.
Jaren iba a preguntarle si ella sabía cómo funcionaba el hecho de poder percibir las historias de los objetos pero antes de lograrlo, Pandora había cogido una concha enorme.