lunes, 29 de abril de 2024

Espejito espejito

 Jaren trató de meditar sentado en el suelo con las piernas cruzadas, los ojos cerrados y el espejito en las manos. Nada sucedía. Jaren abrió el espejito y se miró lo más concentrado que pudo en él. Nada sucedía. Buscó en internet información sobre “cómo vivir vidas pasadas a través de un espejo”, pero la mayoría de webs que le aparecieron era de rituales siniestros para hacer aparecer espíritus y con un escalofrío lo dejó estar. Al final, víctima de la frustración, lanzó el espejo contra su cama y éste rebotó contra la pared acabándose así abriendo una grietas. “¡Joder, no!” gritó Jaren. La culpa la invadía todo su ser. Se sentía la peor persona del mundo. ¿Y si había roto los recuerdos de alguien? Los ojos de Jaren se tornaron vidriosos. Sentía rabia, culpa, ansiedad. Se sentía inquieto, no podía parar de dar vueltas sin sentido y acariciarse una mano con la otra. En el estómago, sentía que un nudo le acabaría por provocar una indigestión. Se llevaba las manos a la cabeza intentando pensar y volvía de nuevo a juguetear con ellas. “Joder, joder”. Finalmente se dijo: “Jaren, quieto. ¿Qué te diría tu terapeuta?”. Trató de ponerse en la piel de Soraya. Soraya diría algo así como… “en lugar de victimizarte y fustigarte, trata de buscar soluciones”, “vale, soluciones, soluciones… ¿y cómo arreglo yo un espejo roto? Vamos a ver. Y si no tuviese arreglo, ¿qué diría Soraya? Soraya diría que… ‘hazte responsable de las consecuencias y asume aquello que ocurre desde la dignidad’. Vale pues solo me queda hablar con el señor y explicarle lo sucedido. Quizás él sepa qué hacer… pero me da un miedo terrible que se enfade… ¿si le cuento todo esto a Soraya, me creerá?”

Finalmente, con esa decisión, Jaren pretendía seguir con normalidad el resto de su día pese a que encontrase una dificultad enorme para ello.

Y al acabar el día, Jaren procedió a ducharse.

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